20070626

El triciclo

La familia de Gorka era la clásica familia de industriales vascos enriquecidos durante el franquismo. Favorecidos por los tecnócratas en Madrid, engordaron sus beneficios de tal manera que pronto se les hizo pequeño Bilbao. La familia además creció, despues de Marta, y Gorka, nació Jon, el hijo mas pequeño de la familia. Gorka y Jon siempre mantuvieron una relación muy intensa, mucho mas intensa de lo que me imaginé.
De hecho Gorka siempre dijo que tenían un pacto de sangre desde que eran pequeños.
En realidad yo jamás lo hubiera llamado pacto, aunque si hubo sangre.
Segun me contó Marta, cuando Gorka tenía 8 años, y Jon 5, los celos del hijo mayor se convirtieron en algo mas que la clásica pelusilla.
Cuando aun vivían en Bilbao, en un dúplex, ocurrió un día que Jon estaba con su triciclo en el segundo piso, al niño le gustaba mucho recorrer todas las habitaciones montado en él.
Aquel día, Gorka, decidió tentar al destino con un poco de su ayuda. Primero abrió la barrera de plástico que cortaba el acceso a las escaleras...
Gorka había estado odiando a su hermano desde que nació, quizás era el complejo de Príncipe destronado, aunque Gorka mas que Príncipe había sido Rey.
Sus padres, un maduro alavés de 45 años y una donostiarra de 35 habían tardado lo suyo en tener hijos. Cuando llegó Marta, fue una alegría, pero la llegada de Gorka, el varón, fué el mayor acontecimiento de la familia Echevarría en la última década.
Por eso, todo fue poco para Gorka, acostumbrado siempre a ser la máxima atención.
El nacimiento, 3 años despues de Jon, supuso un enorme mazazo para el niño consentido, por eso, aquel día, quizás vió la oportunidad que estaba esperando.
Jon dió el último giro en la habitación de su hermano y salió de nuevo al pasillo. Una barandilla le separaba de una caída de unos cuatro metros. Al ver la puerta de la escalera abierta le sorprendió, se acercó lentamente con el triciclo hasta el mismo borde, pero quizás percibiendo el peligro decidió retroceder, sin embargo algo bloqueaba la rueda.
Cuando se giró, vió el rostro serio de su hermano, intentó de nuevo pedalear hacia atrás, pero no pudo, quiso girar el manillar apartandolo del borde, pero el triclico seguía moviendose hacia adelante, acercándose a las escaleras cada vez más...

20070625

Principe Destronado

Yo estaba estudiando periodismo en la Universidad de Navarra, del Opus Dei. Mi facultad parecía mas de Derecho que de Periodismo. Las niñas pijas de Pamplona acudían a clase como a una fiesta de largo. Con sus carpetas pegadas protectivamente a sus pechos y en clase, con las manos preparadas para ser alzadas a cualquier pregunta del profesor. Profesor que hablaba a traves de un micrófono en un aula gigantesca, repleta tambien de hijos acaudalados de diplomáticos latinos, empresarios y algún que otro periodista de renombre.
Gorka ni trabajaba ni estudiaba, había dejado COU, o mejor dicho, lo habían echado del instituto con 17 años por su mal comportamiento. Broncas continuas con sus profesores, una amenaza de bomba falsa, y escupir en la cara de la tutora de estudios, habia sido su pasaporte.
Durante todo este tiempo, su madre uso todas las influencias posibles para evitar lo inevitable, pero ni siquiera el apellido de su influyente marido, el empresario Echevarría, pudo conseguir que el Colegio le perdonara. Y el resto, públicos o privados, conocían el caso lo suficiente como para aceptar su matrícula.
La historia de violencia de Gorka no estaba atada solo a su activismo politíco, por sí, mas que dudable, sino desde su infancia.
El nunca me lo contó, pero su hermana un día me confesó que Gorka había sido así desde que nació su hermano pequeño. Algo pasó entonces que seguramente hizo que Gorka acabara aquí, en esta fría habitación del Hospital de Navarra...

20070618

Pamplona 1985

Conocí a Gorka en 1985. Fue durante los San Fermines de ese año. Yo estaba borracho como una cuba meando dentro de una cabina telefónica.
Apareció un agente municipal y sin mediar palabra empujó la puerta hacia dentro con fuerza.
Me golpeé la cabeza con la caja del teléfono, despues la abrió violentamente y con su porra comenzo a golpearme en la cabeza. No me enteraba de casi nada, pero si me dí cuenta de que lo que recorria mi rostro estaba caliente y no era salado y manchaba de rojo mi camisa blanca.
Intenté reaccionar, alzar el rostro y ver al agresor, pero no pude.
Un chaval enorme se habia abalanzado contra él y le estaba destrozando la cara.
Me levanté aturdido sin comprender bien la situación, intente separarlos. El chaval me empujó sin contemplaciones, mientra seguía pateando al policía.
Temí por su vida, me abalancé de nuevo para separlos.
Entre el aurdimiento y mi debilidad, apenas entendía bien lo que estaba pasando, cuando me puse en medio de los dos, recibí otro golpe. Pero éste no era de Gorka, sino del resto de la patrulla municipal.
Nos llevaron a la carcel y alli es donde nos conocimos.

20070615

Espera

Intentaba perdonarle tantas cosas...porque su vida había sido un cúmulo de errores, desde su nacimiento, en una familia acomodada de Neguri, el barrio mas rico de Bilbao, hasta su lucha, en el bando de los asesinos. De algunos, el no tenía culpa, de otros sí. Sin duda la muerte era un error mas, el último.
Intenté como periodista entresacar algo al Foral de la entrada, de cómo se había producido el accidente, pero estaba muy bien entrenado y a la primera pregunta me miró como quien mira al listo de turno. El contacto me habia dicho que Gorka se había lanzado contra una patrulla de los Forales, pero me pareció muy de película y no lo creí del todo.
Me sente en la salita de espera, y fumé un cigarro.
Pense en Gorka...y en como lo había conocido

20070613

Febrero de 1990

Fuí a verlo al hospital, me habian llamado por teléfono a la redacción del periódico.
Fue una llamada rápida- Oye, ese amigo tuyo, Gorka, ha tenido un accidente con la policía...creo que esta mal. Lo han llevado a urgencias del Hospital de Navarra...mejor que vayas a verlo porque no sé si le queda mucho-
El confidente, sin mucho tacto, me ponía sobre aviso. Me esperaba lo peor, y con lo peor me encontré.
Gorka estaba muy grave, tenía media cabeza abierta con pérdida de masa encefálica. Le habían operado de urgencia y había sobrevivido las tres horas de la operación. En la entrada de la UVI estaban un par de agentes de la Policía Foral.
Me preguntaron quién era yo. Les dije que era periodista, no les hablé de mi amistad con el paciente.
Me avisaron que nadie podria entrar sin el permiso judicial y médico.
Pero justo cuando estaban hablando, entró el médico y la enfermera. La puerta se abrió por unos segundos y en el fondo, en una enorme cama, ví como descansaba el cuerpo roto de Gorka.
Un cuerpo conectado a un respirador y decenas de cables... El Foral me puso la mano en el pecho y me empujó con suavidad pero con fuerza hacia afuera...la puerta se cerró.
Me quedó esa imagen, su cuerpo inerme, desnudo, envuelto en tubos que alargaban su vida inútilmente, porque iba a morir.
Gorka con su marca en la frente, en su enorme cabeza...
Llamé a Amagoia, su madre. No la encontré, pero le dejé un mensaje en el contestador.
Mientras me fumaba un cigarro en la sala de espera me preguntaba como había llegado hasta allí.
No es que me extrañara de que Gorka hubiera acabado en coma o de que iba a morir joven, era algo tan evidente como la marca su frente, el asunto era cuando.
Entonces pensé que había llegado el día.

20070612

Empapado

Ciertamente era extraño. Desde aquella noche en Pamplona hasta ahora que yacía en la habitación contigua no había dejado de sorprenderme. Y las sorpresas no siempre habían sido agradables...no, no siempre. A menudo no nos damos cuenta de cómo son realmente las personas que conocemos, simplemente... o las aceptamos o las rechazamos. Con Gorka esto se cumplia al 100 por cien. Aceptabas a Gorka con todo, con sus brotes violentos, con su ternura escondida y si no, eras su enemigo. Así con éste infantil pero sencillo de entender dogma, funcionaban sus relaciones.
Pero en todo dogma hay un error, y yo era ese error. Yo no aceptaba a Gorka, pero él no me consideraba su enemigo. Puedo decir que no lo quise nunca...pero siempre estuve detras como un maldito perro faldero.
Aquella noche en Pamplona me hubiera gustado hablar con él, preguntarle las mil cuestiones que siempre me habian quemado en el interior. Conocía su pasado, o al menos la descripción de las cosas que hizo en el pasado, pero no lo conocía a él.
Este es un diario de una historia que comenzo aquella noche. Una noche de lluvia en Pamplona.
Es la historia de Gorka, un chaval que se dejo los sesos en un control de la Policía Foral y que ahora descansa en la fría habitación del Hospital...
Un hombre siempre empapado: de agua, de lluvia, de sudor, de sangre...un hombre que nunca estuvo seco y que ahora reposa, roto, quizás esperando que alguien entienda su historia, aunque no apostaria por ello.
Y ese alguien soy yo.